Ella por primera vez entró a mi cuarto. Hace años y dos declaraciones cliché que la conozco y hasta hoy vino a mi casa. Como pocas veces el amor que siento es correspondido. Quisiera decir que me besé con alguien, pero no es que alguna persona me ame. Ella vino porque empezaré a mudarme a otro lugar y quería que ella viera mi cuarto horas antes de que los primeros libros cayeran en las cajas. Y es que mi departamento me ama tanto como yo le amo. Cuantas veces pensé en suicidio aquí, que hay tanto de mi vida como de mis muchas muertes hipotéticas dentro de las paredes. Hay posters de Bauhaus, Interpol, machetes, de todo en mi cuarto.
En la oscuridad conocí de pequeño este hogar. No había luces para ocultar los vicios ocultos y el mal estado de la alfombra de las paredes, a mis 9 años, yo calculo. Quitamos alfombra, pasamos por una terrible epoca de duela que yo deshacía para mi personal uso de rompecabezas. Eventualmente llegó un piso que es muy pintoresco hasta hoy. Conozco la Portales; no como la palma de mi mano, sino como mi soledad y mi tensión. A veces disfruto creer que esta colonia y mi vacío son partes del plan, del Destino, pues. A veces sé que estoy aquí porque soy mi forjador mi propio cincel en mi mármol de decisión. Pero no comí nunca en varios lugares de por aquí, conozco los precios de cada puesto de comida, fruta, jugos. En el mercado la señora del tercer puesto de flores, ubicado junto al de los juguetes que desde niño me hizo feliz, me conoce. Me saluda, sabe que para mí son tres Aves del Paraíso y dos, talvez tres Girasoles. Cuando pido otra cosa, me dice que me brillan los ojos, que para quién son. Siempre hubo una u otra chica, todas batallas perdidas.
El primer intento de aislarme fué despues de una riña de mis padres, cosa usual, mi madre me vió ir a la cocina llorando, también común, y me dijo que qué hacía con un cuchillo en la mano. Soy un tonto y sigo sin entender porqué le dije que quería cortar limones, a las 2 de la mañana. Luego mis padres riñeron mas, taché mis rostros de las fotografías. Me daba mas miedo que mi padre me viera asustado que el propio fin del tiempo y la desaparición del aire. Lancé un vaso por la ventana y así si me voltearon a ver los perros, perros que tardaron años en firmar la separación.
Mi abuela conoció esto desde siempre y aunque no le gustaba salir de su ciudad, venía a vernos. El primer golpe en la pared, fué de Enero del 2004, cuando murió. Siendo ella la única familia que considero cercana, pues mi departamento albergó aún más ropa negra, aún más duelo. Los libros se acumularon, las películas, los productos de una agenda cultural que me ha hecho pensar en tierras de hombres libres. Lloré otra vez cuando al ser esto tan pequeño, eran o mis juguetes, o mis nuevos amigos, tan sofisticados que servían para la futura carrera universitaria. No conservé ni el unicornio, ni la terrible pandilla de afelpados que le acompañaba. Todos mis amigos, porque en la primaria me hablaban sólo tres personas. Y de mi infancia, esos peluches y mis recuerdos de primera comunión. Hay ángeles en retablos verdes por toda la casa.
Tengo mucho de Disney, mas de lo que uno está acostumbrado a negar, no lo niego. En mi closetestan las navidades, las corbatas, sacos, un abrigo, camisas y otras cosas para cuando me siento más persona de lo normal, como la gente cuando se sabe querida y se viste bien para ello; la ropa elegante está a la derecha, pero las playeras a la izquierda: Alemania, conciertos, entrenamientos, trofeos. De mis pocos triunfos no solo hay tela, sino que en mis repisas el arraigo me hizo atar dos medallas de karate, un escapulario, dos brillos de futbol, todas batallas perdidas.
De mi cama, pues antes era litera, pero preferí la estabilidad, ya bastante estaba entrañable yo con el cielo, como para dormir en una elevación. Siempre utilizada para mi actividad más necesaria: dormir. Y aunque mi tarántula se escapó, jamás he perdido las ganas de magia nocturna. El rincón mas abandonado debajo de mi cama es la guitarra eléctrica, mi didgeridoo, un ventilador y la maleta que regresó de ultramar.
El arbol de fuera de mi ventana, se ve si me hago ovillo en mi cama, y me gasté rollos y muchos, tomando fotos a la copa. En otoño, invierno, con hojas, sin sol, con lluvia, y sobra decir que quiero esas hojas.
Hay un pizarrón con el horario de la prepa, una virgen,Degas. Las demás paredes dictan aburrición, salvo por un atardecer novicio de mis 9 años y un autógrafo de Petr Cech. Todas las batallas de mi soledad y ausencia de tal o cual persona estan en este cuarto oscuro. Desde mi fe tantas veces perdida y encontrada en los crucifijosque andan por ahí, como mi herejía platicando en susurros cada vez que pienso en algo que no sea la muerte o el amor, porque para eso fué mi cuarto, para pensar en lo evitable y en lo necesario.
Y sin duda tiene lágrimas este tercer piso, y tiene sudor de cuando hago aún ejercicio, creyendo en una falsa adoración a mi cadavérica espalda que con el sudor se ve más oscura, a mis piernas que por más que anhelen, jamás podré ser yo el vehiculo de un profesional de aquel futbol expresado no ya en playeras o la foto de Rafael Márquez en la puerta, sino en todos los momentos de melancolía previa a un partido en el que sabía que siempre sería mero amante de la banca.
He llorado en mi infancia en el escritorio, porque era un adicto a las buenas notas. Luego en la adolescencia el piso era frío. Hoy lloro más en la cama. Y siempre por batallas que sabría estarían fuera de mi alcance y potencial. Más que nada porque en mi cuarto me sentí artista, músico, deportista, amigo, escucha y crítico. Esta despedida es lenta y aún le falta, pero es como la aguja que mientras avanza en los surcos halla cosas nuevas y olvidadas; pero habrá un momento en que la espiral de las notas, no sea más que repetición de los silencios.
16.7.07
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1 comment:
Wow.
Después de leer esto creo que cualquier cosa que comente es tonta o no es suficiente para describir lo que pienso de este post. No sé George, has dejado en este texto muchas cosas y me parece maravilloso. Hay una gran tristeza pero desde donde veo has convertido una tristeza negra en una tristeza azul, al escribir.
Cuando uno se muda se mueven cosas y aparecen otras que no recordabas o que siempre recuerdas pero que ahí estaban como escondidas.
Es muy tonto mi comentario pero me gustó mucho tu post. Un abrazo George
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