24.1.08

Gone With The Wind


La perenne actualidad del miedo se redujo a caminar hacia mi casa. Las tres monedas que caen son un homenaje al terror que significa no estar acurrucado, enconchado en un acorde de dos horas seguidas; me da sueño. Luego de no comer mujer camino. Su olor me pertenece y sigo caminando. Aunque éste me abandona en una oda de persecuciones, el viento conecta pesares y tira el primer espectacular, a lo lejos mi mirada imagina una mujer con semejante s sonidos. Los mudos pasos de la luz roja meditan en mi y salgo del camión a seguir editando en la cabeza la canción más grasosa de todas las brisas. Al bajar del escalón de metal, el astronauta observa cómo se cae un árbol y de todas las personas que quiere que estén abajo del tronco a medias blanco y a tercias no, sólo hay un desconocido. Ya tenemos primera plana. Claxons que alcanzan un silencio de impotecia. No he comido. El tráfico no es intenso o no, no es intermitente, es el tono de un monitor de hospital, ya en línea recta. La plaza de toros no tiene habitantes que prendan dos velas para leer a Ballard. Mi casa tampoco, pero voy para allá. A buscar la página exacta del choque y la sodomía para ver si no refiere un viento que si fuera número sería dolor de cabeza. Hojas a dos metros del suelo en torbellino hacen que las tres monedas que caen describan perpendiculares jamás vistas en treinta pesos. De tomar una foto sería el instante que se mueve, nada de esta tormenta saldría bien en papel opalina. ¿Cómo estarán todos? ¿La ciega, el anciano, mi gato? Ya todos dormidos porque no pude evitar ser la cabeza bajo del roble más débil de Plutarco Elías Calles.

1 comment:

Lady Vendetta said...

vaya...yo no me imagino como pueden dormir todos con la neon bible que tienes hasta abajo, no es la primera vez que la veo y comienzo a pensar que, como todo en los blogs, es omnipresente.
saludos