
Hoy soñé que me besaban en privado,
pero me negaban en público. Isaías
no predijo entre todas las derrotas de Asiria,
que el único árabe de complexión,
perdería la última batalla en el desierto enmascarado.
Tanta arena tanta sangre.
Tanto resto de ambas en mis ojos.
La lágrima transfigura en vidrio molido,
se congela cuando pasa del sueño a la luz.
El sueño, y la mano de Dios, quieta
como cuando vió Isaías.
1 comment:
Tengo que leer la biblia
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