20.5.08

4 - 1



En el mundial, su efigie tuvo una representación gráfica que abarcaba siete carriles. ¿Cómo es esto? Pues en una atajada, alguien notó que bajo el arco que describía su cuerpo, cabía todo un país. El legendario K A H N, asestando una atajada en el azul cielo de Munich. Hoy, es el día que mi admiración guarda luto por un grande cuyo campo magnético siempre fue de héroe griego. Ante todo la camiseta ya sea del Bayern o de la Mannschaft, Olli fue aquel que deslumbró y no sólo predicó con el ejemplo, sino que se las arregló para determinar y atornillar al equipo desde el arco. Titular desde los tiempos en que Lothar, Klinsmann, Hamann y Bierhoff intentaban cambiar el juego de Alemania, apodado en Europa como el muro de Berlín, por un estilo que Klinsmann mismo establecería con su selección a recientes años. Un estilo de juego que terminó gustando a la gente y ahora ha obligado moralmente a Alemania a ir por más goles y no por más despejes y torpes testarazos.

Amigo y eterno consjero de Ballack, afirma que se retira ahora que él puede decidir. Dolorosa aquella imagen en que fue bancado por Lehman y sólo veía los partidos con una playera que le quedaba pesada ya. El 12 no era el 1. Ya era parte de la nómina post-once de los bávaros. Aún así su retiro mundialista de la mano del retiro de Figo, ambos capitanes de eras que se van, lo hizo menos doloroso. Un extremo y un portero clavado atrás pero como he dicho antes, obligado a jugar la transción apostando a la verticalidad son los dos hombres que se fueron en ése Portugal - Alemania en que más que los viejos lobos, se lució un Schweinsteiger sobrehumano disparando desde fuera del área a la cornisa de Ricardo. Igual su lúcida tanda de penales ante el Valencia en aquella futil alineación de tiradores con Mendieta y el Kyli entre otros; a pesar de la mitad de España como naranjeros, Kahn paró todo.

Pero no olvido tampoco los minutos de compensación en la desgracia del Camp Nou, ni los goles de un Ronaldo cuyo peluquín triangular hacían la debacle más penosa. Un mundial en que sólo recibió un gol en fase de grupos lo hacía parecer como el capitán de la Alemania histórica que jugaba en los campos de Berna. Sacado de esa casta de remontadores de luminosos, Kahn remontó con individualidad ese mundial ganando el Lev Yashin que da la FIFA, usualmente para el portero del equipo ganador. Sentí coraje años más tarde al ver a Lehman ganándose el puesto mientras todos sabíamos que Oli aún no se levantaba del poste del estadio japonés. Algún brasileño de los que saltó al campo a celebrar tiene aún esos guantes Adidas lanzados con furia contra el césped. Aún así, en la derrota administrativa que el 2006 le propinaba, el simio daba lecciones: "Vi que me había ganado, por la actitud ante una derrota, un respeto que yo creía que sólo se conseguía con el triunfo."

Jugando hace unas horas contra el Hertha de Berlín impuso otro número a su carrera del mejor de los últimos años. Con tan solo veinte goles en contra en toda la temporada, deja huella de partida. Despedida; ahora los arcos del mundo entienden que no son los tiempos de hombres como Kahn. Mis apuestas al futuro, ahora que se ha ido un héroe personal de la adolescencia y juventud, son Cech jugando a tope habiendo pasado meses en el hospital; Casillas haciéndola de capitán mientras Guti y Raúl tardan media hora en las duchas; Ochoa sacando portadas en los tabloides deportivos diciendo que los de coapa necesitan once como él. No tengo opción mas que emular su perfeccionismo en la atajada y la precisión en el salto. Algún día Oli, lograré como tú las carreteras.



Por lo pronto, mañana surgirán nuevos héroes. . .

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